Apicultura en Cuba

Con un programa de desarrollo a largo plazo, con un plan de selección genética que equilibre la convivencia con varroa, la apicultura cubana se encamina a un nuevo objetivo 2030.
LA APICULTURA Y LAS ESPECIES MELÍFERAS
La apicultura es la actividad agrícola más extensa de Cuba; pero lo es en cualquier país, las abejas realizan su trabajo sobre los 110 000 km2 que abarca el archipiélago cubano, incluyendo las costas y cayos. Si son trasladadas o trashumadas oportunamente a las floraciones, ellas son capaces de aprovechar el potencial melífero de todas las especies con flores.
Las melíferas cubanas a diferencia de otros países, son todas especies silvestres, las más importantes son tres bejucos o plantas trepadoras que crecen en la vegetación secundaria: el bejuco indio o leñatero (Gouannia polygama), la campanilla morada (Ipomoea triloba) y la campanilla blanca (Turbina corimbosa), las tres especies forman una sucesión de floraciones que se inician a mediados de septiembre con el leñatero, le sigue la campanilla morada a partir de la segunda decena de octubre y por último la campanilla blanca que florece entre diciembre y enero. Esos tres bejucos aportan históricamente entre el 40 y el 45 % de la cosecha anual de miel (Pérez-Piñeiro, 1992).
Otras melíferas importantes son el mangle prieto (Avicennia germinans), el romerillo de costa (Vighiera helianthoides), el piñón florido (Gliricidia sepium), la zarza (Pitecelobium unghis- cacti), el guao de costa (Metopium toxiferum), la baría (Cordia gerascanthus), el dagame (Calycophyllum candidissimum) y la palma real (Roystonea regia) entre otras, esta última florece todo el año y asegura abundante polen, muy necesario para la cría y desarrollo de las colmenas (Pérez–Piñeiro,1995).
El programa de desarrollo de la Apicultura en Cuba, recientemente aprobado, se propone alcanzar en 2020 las 200 000 colmenas que es el parque con que se alcanzaron los récords productivos de los años 80, cuando se produjeron 10 000 t de miel (Programa de Desarrollo de la Apicultura, 2015).
LAS ABEJAS EN CUBA Y LA VARROA
La práctica apícola actual de la apicultura cubana se transformó a partir del diagnóstico en Cuba de la presencia del ácaro Varroa destructor en 1996, este parásito indujo cambios significativos en el manejo de las colmenas, lo que en combinación con los problemas económicos que ha tenido que enfrentar el país y en consecuencia la apicultura, incidieron de forma negativa en el parque de colmenas y provocó la pérdida de unas 60 0000 familias de las que se han recuperado unas 40 000.
Las colmenas, las abejas y su estado, son el reflejo del trabajo del apicultor y las políticas de manejo del parque apícola o cabaña apícola como se le conoce técnicamente a la población de colmenas de un país o región.
La disminución del parque de colmenas y la presencia de la Varroa, provocaron una contracción en el alcance de la explotación de los recursos melíferos y han compulsado junto a las exigencias del mercado, que demanda miel libre de residuos de productos químicos, a la reorientación estratégica del trabajo de selección y mejoramiento genético de la abeja cubana.
Los genetistas, criadores de reinas y apicultores, en las condiciones de Cuba, adoptaron tres políticas de manejo con un elevado efecto en la calidad de las abejas cubanas:
– Castrar las colmenas en el apiario eliminando el trasiego de panales y miel, lo que evita la trasmisión de enfermedades bacterianas de la cría, y destruir las colmenas que presentaran clínica de esas enfermedades,
– Seleccionar y criar solo abejas que sobrevivieron a la Varroa, es decir aquellas que demostraron tolerancia o resistencia al ácaro y alta producción de miel.
– No aplicar medicamentos ni productos químicos para enfrentar el parásito, que potencialmente harían viables los individuos sensibles.
La combinación de esos cambios en el manejo de colmenas y el sistemático cambio de reinas por hijas de colmenas tolerantes a Varroa, con un elevado comportamiento higiénico, ha resultado que luego de 21 años de aplicar esos principios, se dispone de abejas productivas, tolerantes al parásito, con el que conviven en equilibrio y con muy bajas tasas de enfermedades infecciosas; por tanto, los productos apícolas cubanos tienen muy bajo riesgo de presencia de residuos químicos.
Esas características de los productos apícolas cubanos, son el resultado de la prohibición de uso de esos productos, situación diametralmente contraria a lo que ocurre en la mayoría de los países productores de miel, donde las casas comercializadoras de productos químicos y antibióticos, hacen maravillas para promover la compra de esos productos por parte del apicultor.
El método utilizado es la selección y reproducción de los individuos que demuestran resistencia al ácaro, apoyado en un Programa de Selección y Mejora en que se seleccionan las colmenas más productivas y se aplican las pruebas de hábitos higiénicos, que permiten identificar las abejas que remuevan las crías enfermas y en consecuencia, reducen la viabilidad del parásito, las tasas de infestación, la población del parásito y las enfermedades infecciosas en la colmena.
Esas abejas trabajadas con Manejo Integrado y la aplicación de prácticas que reducen las tasas de infestación, permiten asegurar que la apicultura cubana, que explota abejas melíferas no africanizadas, es una de las más “limpias” desde el punto de vista de la posible presencia de residuos químicos, tanto en sus productos, como en sus colmenas. Eso asegura la calidad y competitividad de sus productos.
La apicultura cubana transita por un proceso de cambios profundos en su estructura productiva e industrial, con el propósito de desarrollar las producciones apícolas con el mayor valor agregado para sus productos, como única vía de lograr una cadena productiva equitativa en todos sus eslabones.
La miel de abeja y sus derivados constituyen uno de los rubros exportables más importantes del Grupo Empresarial Agroforestal del Ministerio de la Agricultura, al aportar anualmente ingresos de unos 20 millones de dólares.
Si la propiedad de las colmenas fue estatal en más de un 70 % en los años 70 y 80 del pasado siglo, en el siglo XXI más del 90 % de las colmenas son propiedad de apicultores privados que se encuentran vinculados a cooperativas de uno u otro tipo.
De acuerdo con estadísticas de 2018, la apicultura produjo un promedio de 8 000 toneladas de miel por año, a partir de la actividad de 186 000 colmenas, con un rendimiento per cápita de entre 40 y 45 kilogramos, 800 trabajadores vinculados al sistema estatal y 10 mil productores primarios, creciendo como promedio en los últimos 5 años unas 7000 colmenas anuales sin considerar el recambio anual que se sitúa alrededor del 10 %.
Muchos productores se han profesionalizado siendo dueños de 100 o más colmenas, con una elevada productividad que promedia un rendimiento superior a los 45 Kg por colmena al año y que en 2016 alcanzó los 52 Kg por colmena como media país (APICUBA, 2017).
La producción de miel al cierre de 2016 alcanzó las 9 120 t cifra que no se alcanzaba hace unos 25 años (APICUBA, 2017). Cuba aspira a producir en 2030 unas 15 000 toneladas de miel de abeja.
La tendencia de la producción es a crecer contrario a lo que ocurre en el mundo, que disminuye el número de colmenas y la productividad.
Como rasgo distintivo y de mucho valor para el sector, se acentúa la incorporación gradual de gente joven, señal de la fuerte tradición apícola.
Se trabaja en el mejoramiento de las abejas seleccionando las colmenas que manifiestan una elevada productividad y hábitos higiénicos superiores al 80 % en 24 horas.
No se aplican medicamentos, ni antibióticos ni sustancias químicas para el tratamiento de las patologías de las colmenas, solo se practica el Manejo Integrado, que consiste en el saneamiento de las colmenas, la castra en el apiario, para evitar el transporte de miel o panales infectados, el cambio de abejas reinas y de ser necesario el sacrificio de las colmenas si se detectan brotes de enfermedades infecciosas graves.
La capacidad industrial para el beneficio de miel se ha completado recientemente al concluir la construcción de la Planta de Beneficio de miel de Occidente, muy cerca del poblado de Caimito en la provincia de Artemisa y próxima a la Zona Industrial de Desarrollo y el puerto de El Mariel. Con esa Planta de Beneficio, el país cuenta con tres Plantas y una capacidad de procesamiento a granel de aproximadamente 10 000 t de miel anuales y una Planta envasadora en frascos con capacidad para unas 600 t anuales.
Hay acuerdos de colaboración productiva, con las industrias del azúcar, la cosmética y la biofarmacéutica para la diversificación de la producción de la apicultura.