IMG_0006

Los apicultores murcianos denuncian un mercado bloqueado para ellos por las importaciones de la miel china y ucraniana, mucho más barata. El producto nacional debe hacer frente a precios como el kilo de miel de Europa del Este a 1,80 euros. Llevan tres años de miel guardada por falta de ventas.

En la Región de Murcia hay censadas más de 100.000 colmenas, en torno a 400 apicultores y entre ellos 170 familias que viven directamente del sector. En la comunidad se producen al año un millón y medio de kilos de miel, de distintas variedades, lo que hace de la Región una potencia en el mercado de la miel. Pero hay cifras demoledoras para el sector: El 50% de las cosechas siguen almacenadas desde hace dos años, algunos apicultores llevan con los barriles guardados hasta tres años, los costos de producción han alcanzado los 2,70 euros por kilo, tres en el caso de comunidades como la Región, y al apicultor se le paga incluso por debajo de los dos euros el kilo de miel.

Los operadores no compran miel nacional, es toda importada de países como China, Ucrania, México, Argentina o Brasil, y les está haciendo mucho daño. La crisis del sector se ve reflejada en los bajos precios que ofrecen los operadores a los productores de miel y las importaciones de terceros países, lo que provoca que la mayoría de los apicultores murcianos tengan sus cosechas en los galpones. Deben «malvender» la producción en un país que, no es muy de miel. El productor nacional debe hacer frente a precios como el kilo de miel de Europa del Este a 1,80 euros y vender su miel a 2,20 euros el kilo, pero una miel buena, como las variedades de Romero o Azahar, las llegaba a vender a 4,20 euros el kilo y, la más barata, la de Girasol, a 3,60 euros.

Las floraciones más cortas, cosechas más escasas y los climas más cálidos y extremos obligan a los apicultores de la región a realizar la trashumancia trasladan las colmenas a zonas con mejor climatología, por ejemplo en provincias de Castilla y León como Soria, Burgos o Valladolid y en épocas como el verano. Tanto el traslado como la estancia y el trabajo allí encarecen los costes de producción.

En pocos días comienza la campaña de recolección y no hay ánimos de compra.