Desafíos y perspectivas de la sanidad apícola

La creciente mortandad de abejas en todo el mundo y como solucionarla es uno de los grandes desafíos para la apicultura moderna.
Las abejas revisten gran importancia en sus ecosistemas pero
lamentablemente sus poblaciones están en declive, y todos los años se
acrecienta una pérdida importante de las colonias en producción en Europa, Estados
Unidos y América (rango entre 10% y 30%), pero frente a esto surge el
interrogante sobre ¿Cuáles son las causas que ocasionan esta creciente
mortalidad de colonias? Los factores son diversos y de distinta magnitud
dependiendo de las regiones donde se produzcan y el periodo del año en el que
se den. Sin embargo, existe un consenso sobre algunos factores tales como:
parásitos que se vuelven patogénicos, pérdida de diversidad floral por el
avance de los monocultivos, exposición a plaguicidas, el manejo de las colonias
por parte del apicultor y los fenómenos de cambio climático, señala un artículo
técnico desarrollado por el especialista Martín Eguaras de la Universidad de Mar
del Plata que nuestro medio presenta en versión periodística.
En relación a los parásitos se conoce la importancia del ácaro Varroa
destructor, cuyas poblaciones no están en un equilibrio biológico con las
abejas y por ende sin un tratamiento de control provocan la muerte de las
colonias, con excepción de los ecotipos africanizados que presentan algún grado
de tolerancia. El problema ocasionado con este parásito ha tendido a
profundizarse con el avance de poblaciones de ácaros resistentes a los 3 o 4 principios
activos utilizados en apicultura, desapareciendo así, herramientas tecnológicas
importantes para controlar la parasitosis. El avance de Nosema ceranae ha sido
también una de las causas más importantes en el último tiempo en cuanto al
despoblamiento de las colonias. En los años recientes ha habido un reemplazo de
esta especie sobre la más antigua Nosema apis. Al parecer N ceranae podría
tener un rango térmico más amplio que favorecería su multiplicación frente a la
otra especie, tornándola más patogénica para las abejas. La presencia de los
virus ha sido motivo de muchas investigaciones y se ha observado que están
altamente relacionados con la presencia de V. destructor. Hay registros que
previo a la década del 70, en donde V. destructor no había aún colonizado a la
abeja europea en gran parte de su distribución, los virus estaban presentes
pero asintomáticos. Con la parasitosis del ácaro comenzaron a verse altos
títulos de distintos tipos de virus que debilitan las colonias y finalmente les
causan la muerte. Un ejemplo muy claro de ello es la presencia del virus de las
alas deformes (BWV) identificado en 1989. Se ha establecido que el ácaro actúa
como un vector biológico en el cual el virus necesita multiplicarse previo a
ser inoculado por el parásito en las abejas inmaduras y adultas. Paralelamente
a los parásitos, los plaguicidas que se utilizan para su control y también los
utilizados en agricultura son responsables de la mortalidad de las colonias de
abejas. Se ha demostrado que neonicotinoides, piretroides y fosforados afectan
severamente la salud de las abejas. Existen aplicaciones masivas también de
herbicidas y fungicidas que al parecer tienen baja toxicidad en abejas. Los
Fungicidas son el segundo grupo, después de los insecticidas, detectado como
contaminante en las colonias de abejas. Sin embargo, estas moléculas muestran
efectos tóxicos en larvas. Por otro lado, aún sin ser tóxicos los pesticidas
pueden actuar en dosis subletales sobre el comportamiento, fisiología y salud
de abejas individuales. Estudios recientes en Argentina han mostrado que tanto
en la cera como en la miel se detectaron diferentes tipos de plaguicidas
(aproximadamente el 80% de las mieles y el 75% de las ceras relevadas). El
Contacto crónico con pesticidas presentes en la cera y la exposición a una
dieta de multi-residuos en el polen y miel son una amenaza seria para el normal
funcionamiento y la supervivencia de las colonias. Más aún, una mezcla de
pesticidas puede tener un efecto sinérgico y un incremento inesperado de la toxicidad.
Un apartado merece el glifosato, herbicida de amplio espectro utilizado en
agricultura para el control de malezas. Los métodos de aplicación se hacen
directamente en forma aérea sobre las plantas. En consecuencia, trazas del
herbicida se pueden encontrar en las zonas alrededor del cultivo. Muy
posiblemente donde se encuentren los apiarios. Se ha observado que en los
niveles comunes encontrados en agricultura el glifosato afecta la navegación de
las abejas con potencial efecto negativo en el éxito de forrajeo de las
colonias. Otro punto de interés al momento de evaluar el declive de las
poblaciones de abejas es el avance de los monocultivos. Cultivos como la palma,
caucho, arroz, eucaliptus, soja y maíz entre otros, están avanzando sobre
cultivos más tradicionales o flora nativa. Como ejemplo podría mencionarse la
superficie cultivada de soja en Argentina ha avanzado desde 2 millones de
hectáreas en la década del 80 hasta 22 millones en el año 2018. Este avance de
los monocultivos ocasiona la pérdida de diversidad floral y por ende, la
diversidad de nutrientes para las abejas, con la creciente preocupación por la
carencia de polen debido a la pérdida de diversidad botánica en muchas
regiones. Como consecuencia de esto, las colonias pueden pasar periodos
prolongados dependiendo del aporte de polen de unas pocas especies botánicas,
comprometiendo muchas veces el desarrollo normal de la misma. El polen es un
factor limitante a la hora de mantener la salud de las abejas individuales y de
la colonia. Una dieta con diversidad de pólenes puede compensar deficiencias en
nutrientes esenciales faltantes en dietas monoflorales o menos diversas (ej.
Arginina en el Taraxacum, Isoleucina en Eucalyptus). Estos nutrientes
esenciales no pueden ser compensados por consumir más cantidad de polen de baja
calidad y un estrés nutricional puede ser responsable de alta mortalidad de las
colonias. El manejo del apiario por parte de los apicultores también contribuye
a la mortalidad de las colonias. Manejos erróneos tales como:
a) superpoblación de colonias en un sitio se relacionan con una mayor preponderancia a contraer enfermedades
b) tratamientos con plaguicidas artesanales que favorecen los fenómenos de resistencia y acumulación de residuos
c) Sobre-explotación de las colonias de abejas a las que no se le dejan suficientes reservas y se debilitan haciéndolas más susceptibles a enfermedades. Estimaciones en cambio climático predicen trastornos en diversas regiones del planeta en unas pocas décadas. Como desertificación y deshielos, cambiando los patrones de lluvias y aumentando la frecuencia de los eventos de climas extremos. Estos cambios podrían impactar a las abejas a diferentes niveles:
§- Puede tener influencia directa sobre el comportamiento y la fisiología. (ej. desarrollo de la colonia en forma prematura)
§- Puede alterar la calidad del ambiente floral y así aumentar o disminuir la capacidad de almacenar miel y desarrollarse. (ej. lavado de nectarios por excesivas lluvias o déficit de producción de néctar por sequías)
§- Puede definir nuevos rangos de distribución, creando nuevas relaciones de competencia entre ecotipos y entre sus parásitos y patógenos. (ej. extensión de rango de distribución de abeja africanizada).
Ante esta situación, las perspectivas no parecen ser muy alentadoras. El aumento de la población a nivel mundial y el avance de los biocombustibles promueve mayor desarrollo de los monocultivos y por ende, pérdida de la diversidad floral y variedad de nutrientes para las abejas. La industria de los plaguicidas se intensificará aún más en el futuro. El cambio climático se tornará más extremo con fenómenos impredecibles y calentamiento global. Sumado a esto, los controles aduaneros en la mayoría de los países no parecen estar preparados para evitar que muchas plagas ingresen con el comercio de abejas vivas. Por ejemplo, los protocolos y la detección de virus se hacen casi imposible de poner en práctica en muchos países en los que hay gran movimiento de abejas en sus fronteras. ¿Qué se puede hacer ante esta situación?
– Estudiar en profundidad la biología de cada uno de los parásitos patogénicos o no y su interacción entre ellos y con las abejas.
-Reducir plaguicidas utilizados en el manejo de las colonias.
– Aportar conocimiento sobre suplementos nutricionales que mitiguen los daños sufridos por pérdida de diversidad floral. Transferir herramientas tecnológicas para optimizar el manejo del apiario.
– Fortalecer el trabajo en redes.
En resumen
Durante todo este
tiempo se pensó que Varroa destructor es el último gran problema que puede
afectar la apicultura. Pero al parecer, el pequeño escarabajo “quiere venir a
cenar”. Hace unos pocos años una innumerable pérdida de colonias ocurrió en
España causada por Nosema ceranae. Alguien podría haber pensado esto?
El reciente fenómeno del CCD ocurrido en USA, en donde una severa pérdida de
colonias se relacionó con IAPV ingresado a partir de abejas importadas. Alguien
podría haber pensado esto?
El trabajo en equipo, coordinado y fortalecido en redes de investigación
regionales seguramente nos encontrará más preparados cuando el próximo
desequilibrio biológico con nuestras abejas ocurra. Concientizar sobre el
movimiento de abejas (crucial).