Las abejas melíferas también necesitan dormir unas ocho horas al día
Cuando vemos una colmena, imaginamos la frenética actividad que tiene lugar en su interior. Y es que si por algo son conocidas las abejas melíferas, como se conocen a las especies productoras de miel, es por su extrema laboriosidad. Es harto difícil imaginar un momento de calma entre tanto movimiento, y mucho menos, pensar en abejas echando una cabezadita. Entonces, ¿realmente duermen las abejas? La respuesta es que sí. De hecho, lo hacen de un modo similar al de los humanos. Aunque, tienen sus propias reglas.
Los científicos llevan años estudiando cómo duermen los insectos. Las abejas melíferas son, de hecho, uno de los primeros invertebrados sobre los que se documentó este comportamiento. Fue en 1983 cuando el biólogo Walter Kaiser observó cómo “estos insectos descansan por la noche, presentan fenómenos que recuerdan mucho a varios rasgos característicos del sueño en los seres humanos y los mamíferos”. Observó que un gran número de abejas de una colmena permanecía inmóvil durante largos períodos de tiempo, algo que atribuyó a un comportamiento muy parecido al sueño de otros animales, como los mamíferos. Pero una cosa es descansar y otra es dormir. ¿Cómo sabemos, entonces, si una abeja está realmente durmiendo?
Dependerá del miembro de la familia al que pertenezca. “Las abejas sociales tienden a dormir en sus nidos. A veces son sorprendidas buscando comida hasta tarde y descansan aquí y allá –explica a National Geographic el entomólogo Barrett Klein, profesor de la Universidad de Wisconsin-La Crosse especializado en el estudio de comportamiento y la biología del sueño de los insectos–. Los abejorros duermen ocasionalmente sobre la vegetación, a veces noche tras noche, mientras que entre las abejas solitarias hay muchas especies documentadas que descansan en grupo, ya sea en grupos de machos o en agregaciones mixtas”.
Sueño en compañía
El mismo Klein observó un grupo de machos de una especie que anida en el suelo que regresaban de noche a la misma planta. Estos casos son más comunes de lo que parece, y han sido documentados en distintos estudios. Por ejemplo, el entomólogo Anselm Kratochwil, profesor de la Universidad de Osnabrück, en Alemania, documentó en 2023 una insólita congregación de 40 machos de la especie A. quadrifasciata quadrifasciata, una subespecie de abeja endémica del archipiélago de Madeira, que dormían juntos sobre unas ramas marchitas a las que se sujetaban con sus mandíbulas. Descubrió, entre otros hallazgos, que muchos de aquellos especímenes tenían el cuerpo inclinado horizontalmente o estirado, ligeramente curvado, con las alas cerradas, colocadas cerca del cuerpo y las antenas dobladas ligeramente hacia atrás.
Tal y como apunta en el artículo, no es la primera vez que se descubren agregaciones de individuos. Incluso es común encontrar agrupaciones de distintas especies del mismo género. Normalmente, las hembras pasan la noche en los nidos, mientras que los machos buscan refugio en zonas protegidas o en orificios que abren en las ramas que abren ellos mismos.
¿Cómo duermen?
Estudiar los patrones del sueño entre los insectos es una tarea extraordinariamente compleja. Si bien los investigadores pueden estudiar este comportamiento en especímenes en cautividad, en la vida salvaje es harto complicado. De todos modos, algunos científicos, como Barrett Klein, han logrado establecer patrones comunes.
“Con más de 20.000 especies de abejas descritas, los estados posturales del sueño varían enormemente”, advierte Klein, quien incide en que “el sueño en las abejas melíferas puede identificarse por un conjunto de comportamientos, entre ellos el aumento del umbral de respuesta a los estímulos externos (responden solo a estímulos más fuertes) y el control interno de los patrones de sueño. Esto es, si se despiertan, recuperan el sueño perdido más tarde, o duermen más profundamente.
¿Cuánto tiempo duermen?
La actividad frenética de un nido requiere para las hembras largas jornadas de actividad ininterrumpida. Sin embargo, igual que sucede con muchos otros animales, entre los que nos encontramos, las abejas también combinan períodos de sueño y de vigilia. Y, como nosotros, también descansan más los individuos más jóvenes. “Las obreras adultas con más edad duermen más o menos lo mismo que los humanos: entre 5 y 7,4 horas al día, aunque las obreras jóvenes recién eclosionadas lo hacen entre 9 y 10 horas”, explica Klein a National Geographic España.
Esta no es la única similitud con los humanos. Igual que ocurre con aquellas personas que tienen horarios laborales por turnos, las abejas recolectoras también saben adaptarse a las necesidades a la hora de dormir. Así, cuando el alimento es escaso y se ven obligadas a recorrer más distancia para abastecerse, es posible que adapten su horario de descanso, aunque nunca reducen las horas. “La aparente correlación entre los patrones temporales de búsqueda de alimento y de sueño demuestra la plasticidad temporal del sueño en condiciones ecológicamente realistas en un invertebrado”, documenta el experto en este estudio sobre los hábitos de sueño de estos insectos, en el que se explica, por ejemplo, que estos animales también son capaces de echar pequeñas siestas. Las obreras recolectoras de mayor edad duermen predominantemente de noche, pero a veces echan pequeñas cabezadas de unos 28 segundos de media, interrumpidos por pequeños desvelos espontáneos.
A veces no es fácil conciliar el sueño, tampoco para las abejas.

Un abejorro descansa en la superficie de una flor. Los científicos han documentado que las obreras recolectoras adaptan el sueño en función de sus necesidades, y, en ocasiones, pueden dormir pequeñas «siestas» en los lugares más insospechados, incluso en la superficie de una flor.
