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Una cosecha dispar y reducida, producida en gran medida por complicaciones meteorológicas, arrojó la reciente zafra española.

Este año, las previsiones de los apicultores y las primeras castras ya realizadas, sobre todo en zonas de costa, hacen prever una menor cosecha de miel, además de resultar muy dispar. Una primavera con una meteorología muy irregular ha dejado consecuencias en los colmenares, con una reducción tanto de la miel como de la producción de polen.

La sequía de los últimos meses tampoco contribuyó a mejorar las previsiones, puesto que floraciones como la del castaño o de la zarza fueron escasas en muchas zonas de la montaña, lo que condicionará la cosecha de miel.

En el sector también se apunta a que la producción será este año muy irregular. Así, algunos apicultores tienen buenas previsiones de cosecha, por el contrario, otros están viendo reducida su producción de manera muy notable.

Baja producción en la costa

“En la costa se ha recogido muy poca miel y en el interior la sequía está reduciendo mucho la producción”, resume Xesús Asorey, portavoz de la Asociación Gallega de Apicultura (AGA). La meteorología cambiante de los primeros meses de la primavera provocó, según explica Asorey, que muchas colmenas comenzaran a trabajar muy temprano en aquellas zonas del litoral centradas, sobre todo, en la miel de eucalipto. «El mal tiempo que les vino después hizo que muchas colmenas ya no pudieran volver a recuperarse. Así es que en la costa hay muchos apicultores que no tienen casi miel», detallan desde AGA.

La misma opinión comparten desde la Indicación Geográfica Protegida Miel de Galicia. «La previsión general es que sea una cosecha menor que la de otros años, aunque en algunos casos puntuales puede lograrse buena producción», valora Esther Ordóñez, presidenta del Consejo Regulador Miel de Galicia. La meteorología cambiante de la primavera condicionó en gran medida no sólo la producción de miel de eucalipto en la costa sino incluso la supervivencia de los colmenares.

«Las lluvias del mes de abril encontraron a muchas colmenas muy avanzadas en la producción de miel, pero cuando volvió el buen tiempo ya no consiguieron recuperarse, porque ya había rematado la floración. Hubo muchas colmenas que comieron toda la producción que tenían e incluso algunas llegaron a morir de hambre», detalla Ordóñez.

También coinciden en estas valoraciones desde Mieles Anta, la mayor productora de miel de Galicia. A pesar de que la mayoría de sus colmenas se encuentran en la montaña lucense, también cuentan con una pequeña parte de la producción en la costa, donde este año las previsiones de cosecha son más bajas. «En las colmenas de la costa está habiendo muy poca cantidad de miel. En el resto, aunque no es una de las mejores cosechas con respeto de los años más abundantes, esperamos tener incluso un 10% más de producción que el año pasado», concreta David Iriso, gerente de Mieles Anta.

La sequía, uno de los condicionantes

Mientras en primavera fueron las lluvias, la bajada de temperaturas y la inestabilidad las que condicionaron la cosecha, en las zonas de interior y en la montaña la sequía prolongada de los últimos meses también influyó directamente en la producción. No es uno de los peores años, pero en general parece que va a haber menos producción.

En las zonas más próximas a la costa las floraciones de castaño y zarza van casi con un mes de adelanto, con lo que las abejas pudieron aprovecharlas muy bien. También para ellos el comienzo del año, con la flor del eucalipto, resultó buena, pero en la montaña esta sequía ha hecho que esas flores no hayan sido muy productivas.

En la provincia de Ourense, la situación es muy irregular, con colmenares donde las perspectivas están siendo buenas y otros en los que ya cuentan con una baja producción. Algunos de los apicultores asociados apuntan a que tendrán producciones de entre 30 o 40 kilos por colmena. En esta provincia, con una importante producción de miel, los recientes incendios también dejaron importantes daños en colmenares que se vieron afectados por el fuego.

Desde la Asociación Abellas Nais inciden en que, a pesar del papel fundamental que juega la meteorología para la cosecha de la miel, también los cuidados de los apicultores son determinantes. «Es muy importante tener cuidadas y fuertes las colmenas y preparadas para que puedan superar las malas condiciones meteorológicas. El manejo que se hace del colmenar es determinante», explica Cid, al tiempo que recomienda optimizar el colmenar y optar por un menor número de colmenas bien gestionadas y con las que garantizar una mayor producción.

El descenso en la producción de miel monofloral se ha visto mermada por cuestiones climatológicas como las altas temperaturas que hubo en enero y febrero que provocaron el adelanto de las floraciones; así como las lluvias, humedad y bajas temperaturas de marzo que helaron muchas de las floraciones.

Esa combinación de floraciones adelantadas primero y heladas posteriormente ha provocado que producciones como la miel de romero se eche totalmente a perder en muchos casos y en otras se haya hecho sólo un primer corte de la miel, que siempre tiene inferior calidad que el segundo. Las condiciones climáticas de lluvia, nubes y nieves reducen los días de recolección de la abeja de polen y néctar, disminuyendo así su capacidad para la fabricación de miel correspondiente a la época convulsa de la apicultura.

Cabe sumar también las restricciones que comporta el Acuerdo del Consell para la limitación de la polinización cruzada entre plantaciones citrícolas, junto a los casos de uso de productos fitosanitarios no autorizados en los campos citrícolas que son mortales para las abejas. Ambas cuestiones imposibilitan cada vez más la producción de miel de azahar.

Esta situación para los apicultores se vio agravada por la crisis de la Covid-19, inicialmente con el cierre del canal HORECA y la suspensión de los mercados de venta no sedentarios, que impidieron la venta de los productos apícolas. Además, con tantos meses de confinamiento y las restricciones de movilidad se dificultó el trabajo en los colmenares, teniendo en cuenta que gran parte de los apicultores son trashumantes y no tienen las explotaciones cerca de su domicilio.