Las abejas emiten señales de alarma cuando están en peligro

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Se producen vibraciones que varían la intensidad según el “tamaño” del enemigo, como una forma de alertar a las demás integrantes de la colonia.

La comunicación en cualquier especie es uno de los pilares básicos sobre los cuales se asienta la vida en comunidad.  Frente a esto es importante destacar que la capacidad de comunicarse no es exclusiva del ser humano. En la naturaleza encontramos multitud de códigos que, a ojos del intérprete adecuado, encierran una valiosa información. De hecho a cada animal le es inherente un tipo de lenguaje, en ocasiones de tal complejidad y sofisticación.
Es el caso de otros seres sociales como algunas especies de insectos. Hormigas, termitas o abejas han desarrollado formas complejas de comunicación y de ellas depende en gran medida su supervivencia como grupo. De hecho, tal es el funcionamiento de estas sociedades que en ocasiones se llegan a contemplar en sí mismas como un solo organismo.

La danza como forma de comunicación

A cada una de estas especies se le atribuye una manera particular de interactuar con sus pares. El modo en que los individuos de estas colonias se informan de la localización del alimento es una muestra de ello.
Las abejas recurren a un protocolo que recibe el nombre de la danza de la abeja, la cual consiste en una serie de movimientos y florituras que sus compañeras observan e interpretan. Se trata de un “baile” mediante el cual una abeja transmite a sus iguales la información, por ejemplo, sobre el lugar y la distancia a la que se encuentra el néctar del que se alimentan con el fin de que otra pueda localizar la fuente del suministro.
Si los científicos ya se mostraban fascinados por este modo de comunicación, ahora un nuevo estudio ha ido un poco más allá y ha puesto de manifiesto la capacidad de las abejas para emitir otro tipo de indicaciones, que indican sofisticadas señales de advertencia de peligro. De este modo se les otorga a las abejas la capacidad de discriminar entre distintos tipos de contingencias que bien podrían afectar a la colonia y de ésta forma poder advertir a las demás integrantes de una colmena.
Hace ya unos años atrás en la Universidad norteamericana de San Diego, un grupo de investigadores descubrió que cuando las recolectoras de Apis mellifera detectaban un peligro o eran atacadas en sus expediciones en busca de alimento, regresaban a la colmena para entregar una señal de aviso que pusiera en alerta a sus compañeras. Dicha señal inhibía la danza de la abeja, evitando el reclutamiento para la búsqueda de alimento.
Tras el descubrimiento, el siguiente objetivo fue comprobar si este comportamiento era similar en otras especies de abejas. De esta manera, en colaboración con la Academia China de Ciencias y el Instituto de Investigación de Abejas del Este, se desarrolló una investigación en la Universidad Agrícola de Yunnan a través del estudio de Apis cerana. Esta, es una variedad asiática de abeja de la miel que se extiende a través de Asia meridional y oriental, desde la India hasta China y Japón.

Anatomía de un asesino

Apis cerana constituye para los científicos un excelente modelo para el estudio de las amenazas por depredación debido a que es atacada por varias especies de avispas gigantes de gran tamaño y muy agresivas, como por ejemplo los avispones asiáticos.

Códigos de guerra

Al respecto y según la investigación llevada adelante se desprende que Apis cerana puede producir diferentes tipos de señales mediante vibraciones cuando es atacada por algunos de sus mayores enemigos.
En palabras del investigador James Nieh: “en tanto un depredador es mayor, también lo es la amenaza, por lo que la hipótesis que planteábamos fue que, en base a la magnitud del peligro las señales producidas por las abejas habrían de diferir en intensidad. Sin embargo nos quedamos perplejos al comprobar no únicamente una variación en la magnitud de la señal. Además, las abejas son capaces de distinguir amenazas y emitir diferentes tipos de señales de alarma”.
De este modo una vez detectado el peligro, una señal de alarma se transmite en la colonia a través de un pulso vibracional, por lo general a través de un cabezazo. Según Nieh: «la información se transmite entre emisor y receptor a través de sus respectivas cabezas, y los resultados son diferentes dependiendo del tipo de peligro y la situación».
En este sentido el equipo de Nieh pudo comprobar que las abejas atacadas modificaban su danza y como resultado producían señales de alarma que cambiaban conforme al tamaño del depredador. Así pues, depredadores más grandes y peligrosos desencadenan un número mayor de vibraciones por segundo que las provocadas por otros más pequeños, lo que se traducía en una señal de alarma más aguda. Por otro lado, las recolectoras que regresan a la colmena tras un ataque en el exterior producen señales de mayor duración para advertir a sus compañeras sobre un inminente peligro exterior e inhibir su reclutamiento.

Señal de alarma en las abejas

Nieh, satisfecho con las conclusiones del estudio, afirmó que los experimentos mostraron que diferentes tipos de señales suscitan respuestas diferentes y apropiadas para cada situación. Las abejas atacadas en expedición por los avispones producen una especie de señal de alarma que inhibe el reclutamiento», explica, a la vez que especifica que «las abejas atacadas a la entrada de la colmena producen otro tipo de señal de parada que insta a las recolectoras a no salir de la colmena para no exponerse al peligro exterior.
Para finalizar, vale resaltar la importancia de que este tipo de señales de prevención, ya que únicamente habían sido observadas con anterioridad en vertebrados como aves o primates. Así los científicos pueden afirmar que, hasta la fecha, se trata del mecanismo de señalización de alarma más sofisticado que se haya estudiado en insectos sociales.