Millones de abejas transportadas en camión: así sostiene California el 80% del mercado mundial de almendras

Cada año, el 90% de las colmenas de Estados Unidos se desplaza a las megaplantaciones de almendros en flor, con las abejas expuestas a pesticidas tóxicos y enfermedades.

Cada año a mediados de febrero, las hileras interminables de almendros del valle central de California despiertan de su letargo invernal y se cubren con un manto blanco de flores. En este lugar se producen el 80% de todas las almendras del planeta, una industria agrícola colosal que ha vivido un boom en las dos últimas décadas, y cuyas cosechas dependen de una mano de obra muy particular: abejas de la miel llegadas de todos los rincones de Estados Unidos, señala el reporte de eldiario.com.

Apiladas en grandes remolques, y cubiertas de tela para que las abejas no escapen por el camino, unos dos millones de colmenas llegan a California por carretera para polinizar almendros. Algunas empezaron su ‘migración’ en la soleada Florida, a tres días de viaje en camión. Otras llegan desde estados más fríos, donde en otoño se las almacena en naves industriales con calefacción. 

Nada más desembarcar, las abejas melíferas se ponen a trabajar, recolectando polen y néctar para alimentar la colmena, polinizando almendros sin parar durante el mes que dura la floración. Gracias a esa actividad frenética, los árboles darán fruto y los agricultores, a cambio, financian el largo viaje. 

“Es un poco contra naturam tener grandes colmenas de abejas en esta época del año, pero es lo que necesitan los productores de almendras en California”, explica un apicultor de Idaho sobre esta migración asistida. Su empresa manda 20.000 colmenas hacia el estado del Pacífico llenas de abejas que han pasado más de dos meses aletargadas en una enorme nave, alimentadas con jarabe de azúcar. 

La polinización, uno de los procesos más delicados de la naturaleza, se ha convertido en Estados Unidos en una pieza clave de la titánica industria de las almendras: solo así se puede sostener el boom de estos cultivos en California, que han pasado de cubrir 250.000 hectáreas en el año 2000 a 663.000 hectáreas en 2021, según los datos del sector.

Entre enero y marzo, el 90% de todas las colmenas comerciales de Estados Unidos se desplaza a las plantaciones de almendros: hoy en día, para los apicultores, alquilar las abejas es mucho más rentable que vender miel. 

La polinización de almendros es la mayor fuente de ingresos para muchos apicultores. Según cálculos, basados en datos oficiales, en 2020 los apicultores de EEUU cobraron 460 millones de dólares por dar este servicio esencial a los agricultores, pero solo produjeron 300 millones de dólares en miel.

La labor de estas abejas es uno de los pilares que sostienen el sector, criticado por el uso masivo de agua, y que en 2022 alcanzó un valor de 5.030 millones de dólares. España es el segundo mayor consumidor mundial de las almendras del estado, después de India, con algo más de 100.000 toneladas importadas el año pasado. 

75.000 millones de abejas muertas

El negocio del alquiler de abejas ha permitido mantenerse a flote a muchos apicultores que ven cómo, año tras año, sus colmenas mueren en masa. En 2006 se dieron a conocer los primeros casos de lo que se bautizó como el “síndrome de colapso de las colonias”, un misterioso mal que acababa con las abejas y que poco a poco se extendió por todo el mundo. La historia despertó una gran alarma: según la FAO, tres de cada cuatro cultivos dependen, al menos en parte, de los polinizadores.   

El problema ya se ha vuelto crónico. En el invierno de 2021, el último con datos disponibles, perecieron un cuarto de todas las colmenas de EEUU, según una encuesta anual a apicultores que comenzó en 2006. En años malos, como 2020, se perdieron la mitad de los casi tres millones de colmenas del país. Si se intenta traducir en abejas, haciendo un cálculo muy aproximado, la hecatombe es difícil de imaginar: 75.000 millones de insectos muertos.

Los científicos y los apicultores más veteranos siguen tratando de comprender qué está pasando con las abejas. El californiano Gene Bradi, que cuida de unas 2.000 colmenas en el epicentro de la región productora de almendras, asegura que el problema tiene que ver con las “4 p”: pesticidas, parásitos, patógenos y una nutrición pobre. “En los años 70 no era raro perder un 5% o un 10% cada invierno. Este año hemos bajado un 35%, y parece ser la nueva normalidad”, dice Bradi. 

Esta temporada, además, el cielo se ha abierto sobre California, con precipitaciones históricas que han complicado mucho el trabajo de las abejas y los apicultores. “Llevábamos años rezando para que llegara la lluvia, y este año nos estamos ahogando”, cuenta Bradi. 

Sorprendentemente, pese a esas pérdidas masivas la población de abejas se mantiene estable año tras año, explica Anne Marie Fauvel de Bee Informed Partnership, la ONG que elabora esas encuestas a los apicultores. Su negocio es una carrera anual, organizada para llegar con colmenas suficientes a la polinización en California. Tras polinizar las almendras, los apicultores dividen las colonias con nuevas abejas reinas, para tratar de compensar las pérdidas del año anterior. En primavera las colmenas crecen y en verano, cuando la población llega al pico, es cuando podrán sacar de ellas algo de miel.  

Gene Bradi espera que, con las lluvias, este sea un buen verano para producir miel. Normalmente, tras los almendros lleva a sus colmenas a fincas de la costa, donde pueden darse un festín de flores. Estos últimos años, con los campos secos, sus abejas han sobrevivido a base de jarabe de azúcar. “Las abejas son como cualquier otro tipo de ganado. Si tienes vacas u ovejas en un prado, hay sequía y falta hierba, más vale que traigas algo de comida o morirán de hambre”, cuenta.  

“Mantenerse en el negocio de la apicultura es muy, muy difícil”, dice Anne Marie Fauvel. “En las almendras se cobra bien, y esta industria ha permitido a los apicultores recuperar las pérdidas de los últimos años.” 

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